Hace algunos días recibimos un mail de Roberto Caballero, interesantes letras de las que creemos es imprescindible hablar, por lo que nos hemos puesto la tarea de realizar un post que sirva para aquellos que están involucrados con la Conservación y la Restauración de piezas antiguas, o para los que simplemente les atrae el tema de las antigüedades y la Restauración de obras de Arte, incluyendo, como todos sabemos, al relegado mobiliario.
«Apreciables señores, Restauradores del Patrimonio, Salvaguardas de nuestra Historia:
Llevo muchos años con el gusto e interés por la historia del arte, por cómo ha sido su evolución hasta convertirse en parte de lo que hoy entendemos como Patrimonio, esa misma pasión me ha llevado a estudiar, leer y documentarme día a día en asignatras de conservación y algo de restauración, lo que me ha abierto los ojos y enriquecido en el eterno recorrido del conocimiento. Ya lo digo antes, todo esto, ha sido gracias al interés por documentarme con lecturas y haciendo visitas a museos, galerías y diferentes centros culturales. Todo esto como consecuencia ha provocado que me sienta menos capacitado para entender nuestro sistema actual en cuanto a la preservación de los bienes culturales, y me refiero al hecho de decidir qué merece ser "salvado" y qué no. Lo que sí, es que el conocimiento de temas en los que estoy profundizando, me ha ayudado a reflexionar sobre lo que se considera como parte del Patrimonio Histórico y lo que por desinterés o falta de medios, no es así considerado, y que me indigna y sigo sin entender, pues no cabe en mi cabeza el hecho de que "algunas piezas" sean catalogadas, estudiadas y alojadas en museos, y otras, para su desgracia, sean relegadas al olvido y por ende, a su extinción, tanto matérica como históricamente podría describirse. Una de mis grandes dudas, viene a formularse a causa de la relación que pueden tener los intereses políticos con el hecho de que no se respete plenamente lo que los años nos dejan como muestra de sociedades pasadas y sus costrumbres. Espero equivocarme, auque todo indica que no, y que en realidad, mi ignorancia es lo que provoca que no pueda asimilar la relación economía-patrmonio y patroimonio-cultura-política, pues si se decide no conservar lo que nuestro legado tiene, entonces el nivel cultural que nuestra sociedad marca, es deplorable; y si el patrimonio, es solamente resguardado a consecuencia de un sistema económico-político, entonces estamos perdidos, como nuestro patrimonio mismo podría estarlo. Tampoco quiero parecer el listo de la clase, pero sigo sin encajar cómo las grandes y respetables instituciones permiten que siga pasando la pérdida de lo que nos forja como humanos dentro de la misma actualidad, pues, somos simplemente (en la complejidad que el término permite) un resultado de nuestra historia y por lo tanto, salvar lo que nos hace y define, es inminente, necesario y, por qué no, obligatorio.
Insisto, es la ignorancia lo que me hace hablar, y desde ahí, desde la ignorancia, me gustaría que estas letras se leyeran como una invitación de alguien que ignora cómo puede ser que aún no se preste la atención necesaria y obligada al rescate de lo que ha creado nuestra actualidad, que es su historia. Palabras que en un descuido serán atendidas, pues nuestra sociedad, alguna vez perteneció al pasado, donde se crearon artistas en diferentes disciplinas que hoy iluminan nuestros museos, galerías, casas y centros culturales; artistas que desde su creatividad, construyeron un futuro artístico que hoy nosotros disfrutamos y en muchos casos, conservamos, restauramos y estudiamos.
Hace falta que se motive al rescate de trozos de historia, pues no es suficiente salvar lo que se considera "salvable", ¿y que hay de aquello que funcionó en la cotidianidad de hace dos siglo o más? Quizá parte de lo que necesitamos, sea hacer conciencia y nada más, por ello lo de escribir esta carta, y que sirva de algo, aunque sea un pequeño impulso y que, cuando alguien la lea, subraye que la historia es para ser recordada, ya que, si no es así, podrá pasar lo que ha sucedido a nuestros ancestros, que por falta de causa y conocimiento, dejaron perder su pasado como materia, que es el nuestro, y como dijo Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana: "Quien olvida su historia, está condenado a repetirla".»