Restaurar una obra de arte es un proceso complejo. Los profesionales se enfrentan al reto de devolver los cuadros a lo más parecido a su estado original. Ni más ni menos. Isabel Florido, que ha trabajado sobre el Greco, tenebrista español José de Ribera o el barroco Juan van der Hamen, explica: "Nunca imitamos, solo tratamos que las pinturas sigan igual durante el paso del tiempo".
Florido aclara que solo ha visto el supuesto Velázquez hallado en el sótano del museo de la Universidad de Yale en fotografías. Con esta precaución, hace un diagnóstico. "Veo las pérdidas de color, seguramente causadas por todo la trayectoria viajera del lienzo, la marca del bastidor y parece mal tensado". Accidentes comunes en obras mal almacenadas, "pero es necesaria una radiografía para una evaluación correcta".
Relata la técnica habitual para restaurar estos desperfectos. Un mal tensado requiere quitar el lienzo del bastidor. Luego se monta encima de un tablero de madera cubierto con plástico y se clavan los márgenes. Se impregna con cola animal y se protege con un papel de capacidad de resistencia fisicoquímica extraordinaria, el japonés. Luego se deja secar. La cola penetra, el cuadro se tensa por el aglutinante y se quedan adheridas entre sí las diferentes capas de pintura y preparación. Para la marca del bastidor, se requiere consolidar la pintura. Con cola animal, se impregna toda la superficie, y se cubre otra vez con papel japonés. Así el color y la imprimación se adhieren a la tela.
Al restaurar la falta de color aclara que toda intervención sobre la obra debe ser reversible. "Primero se prepara una imprimación a la manera de la época". Esta imprimación se hace con cola de conejo, tendones de animales, todo hervido y mezclado con blanco de España o sulfato de cal [yeso]. Se aplica sobre la zona deteriorada y luego se dan capas de barniz hasta llegar al punto exacto del que lleve el cuadro. Los grandes equipos de restauración elaboran sus propios barnices.
Para imitar el color original, es importante usar siempre técnicas que sean reversibles y con material de excelente calidad. "Se da una veladura de acuarela", explica Florido, "y luego se dan poco a poco más veladuras, usando pigmentos puros al barniz para restauración de la marca Maimeri". Nunca óleo. El aceite de linaza, aglutinador de este tipo de pintura, es muy difícil de quitar.
Hay tres formas de pincelada para que el trabajo del restaurador se diferencie de la pintura original. El rigattino consiste en lograr el color mediante líneas paralelas verticales; el tratteggio se basa en trazados oblicuos para tramar, y el puntillismo lo hace con pequeños puntos. Ya no se usa la forma imitativa. "Siempre se debe diferenciar el trabajo del restaurador de la mano del artista", aclara, "pero a simple vista, el espectador no distingue la restauración del trabajo original del cuadro"
"Todos estos procesos supondrían un mínimo de dos meses", concluye Florido, "pero seguro que hay que limpiar, y siempre hay más problemas e imprevistos". "Con un cuadro nunca sabes que te vas a encontrar hasta que te introduces en él".