El deterioro que el paso del tiempo genera sobre los objetos, es muchas veces irreversible, ocasionando pérdidas insustituibles. Por ello la importancia de actuar si lo que se quiere es salvaguardas los objetos que en cierta manera han marcado la historia, ya sea como Patrimonio o a nivel personal. En este caso podríamos detenernos: hablemos del valor personal, de la historia del uso común y doméstico. No todos los objetos que llegan a nuestras manos desde el pasado (ya sean herencias o compras advenedizas) son cargados de carácter museístico, sino que tienen un «uso doméstico», que no por ello se infravalora, pues también requiere un tratamiento especializado, una Conservación y de ser necesario una Restauración ética que devuelva a la pieza sus características físicas iniciales.
Estos tratamientos, como diría Cesare Brandi, en el libro Teoría de la Restauración (ALIANZA FORMA), «deberán ser dirigidos a devolver la eficacia del producto de la actividad humana», esto es, devolverle sus cualidades como objeto, sus funciones y de ser posible, su estética original en conjunto, como un todo.
Ahora bien, el valor que puede tener un objeto (en este caso de uso cotidiano), no siempre es económico, sino que puede ser Histórico: hablamos de la situación que vivió en el pasado; Geográfico: la importancia de la pieza determinada por la zona; Estético: por las características matéricas, donde también podríamos encasillar lo artístico. Y añadiremos un valor: el sentimental. Aquí acentuaremos este valor, lo subrayaremos. El valor sentimental, a diferencia de otros «valores», tiene un margen amplio y sin morfología, puede ser variado y en ocasiones indescifrable, es un valor personal e intransferible, mismo que no está por debajo de los demás, sino que es evaluado con el mismo grado para el dueño del objeto al que se le ha designado este valor.
Sea cual fuere el valor del objeto (léase valores de objetos de uso cotidiano), en caso de que se busque conservar y recuperar éste, deberá ser tratado por un especialista que determine en base a un estudio previo cómo tratarlo y qué tipo de materiales utilizar, empleando principios éticos que un Restaurador tendrá presente.
Siendo así, te recomendamos que no dejes que un inexperto se encargue de aquella pieza, obra u objeto al que se le ha designado un valor, y que antes de intervenirlo, se te explique cuáles son las pautas para actuar.